Número tres.
Cameron caminaba con las
manos en los bolsillos. Suspiró.
Jane estaba junto a él.
Muriendo de nervios.
Llevaba dieciséis años sin
meterse en ningún problema-a propósito- o arriesgar demasiado su secreto.
¿Por qué lo hacía ahora?
Cameron la vio.
-
Tranquila, no
soy un violador.
Jane no pudo evitar soltar
una carcajada.
-
Pero podrías ser
un secuestrador- dijo ella lentamente
-
Claro, me has
descubierto- bromeó Cameron.
-
Tendré que
llamar a la policía
-
No hay otro
remedio.
Entonces, Cameron se detuvo.
-
Es por aquí.
Se acercó a un pequeño
jardín.
Había varias estatuas.
-
¿Éste es tu
lugar secreto?- susurró ella
-
Sí, es aquí-
dijo Cameron- Solía venir aquí con…
Entonces, se detuvo, su
rostro lleno de dolor.
-
¿Con?
-
Mi hermana-
susurró- Amaba éstas estatuas. Hasta que murió misteriosamente en el internado.
-
¿Murió aquí?
-
Sí. Encontraron
su cuerpo. Es lo único fuera de lo normal que ha sucedido en el Internado
Lincoln.
-
Lo siento mucho-
susurró Jane
-
No tienes por
qué. Ésta en un lugar mejor.
Entonces, Jane no supo decir
por qué, pero entrelazó su mano con la de Cameron.
-
Puedes contar
conmigo- susurró ella
Cameron la miró con una gran
profundidad y se acercó lentamente a ella.
¿Iba a besarla?
La pregunta era.
¿Quería ella besarlo?
Claro que quería.
Estaba a punto de hacerlo.
Pero no podía. No terminaría
bien.
-
No- dijo en voz
alta.
Cameron se alejó rápidamente.
-
Yo lo siento…
creí que tu querías…
-
Si quiero, pero
no… puedo- Jane estaba siendo un poco atrevida, al menos eso creía ella.
-
¿No puedes?
¿Tienes novio o algo así?
-
No es tan
sencillo como eso.
-
¿Me dirás?
-
Aún no- las
palabras salieron sin que Jane lo quisiera, casi se cubre la boca después de
decirlas.
-
De acuerdo, te
esperaré- Cameron le tomó las manos.
¿Por qué su corazón latía
tan rápido? Llevaba muy poco conociéndolo, no podía sentir nada por él. No
tenía lógica.
A menos que…
No, eso era imposible.
No, no podía pensar así.
-
Tengo que irme-
dijo Jane lentamente- Nos vemos luego.
Y, sin quererlo, le dio un
abrazo.
Se metió a su cuarto
lentamente.
Suspiró.
¿Había dicho “Aún no”? ¿Eso
significaba que le diría en algún momento?
¿Qué le estaba sucediendo?
No podía estar pasando.
Nunca.
No podía enamorarse.
Después de estudiar un rato,
se durmió.
Cuando despertó, eran las
tres de la mañana.
¿Dónde estaba ahora?
En uno de los pasillos.
Por la noche, el internado
parecía uno de aquellos castillos que veía Jane cuando era pequeña en
Scooby-Doo mientras su padre y ella comían palomitas y reían a carcajadas.
Se levantó.
Su aliento apestaba, y tenía
el cabello hecho un desastre.
Escuchó pasos.
Rayos.
No podían verla tan
desarreglada.
Vamos, eres patética… ¿Cómo es que te preocupas de
cosas tan mundanas cuando tienes problemas peores? En serio, Jane, te odio dijo ella, era una de sus costumbres, hablar con ella
misma.
-
¿Jane?- no
reconoció la voz, pero supo que la había escuchado antes.
-
¿Sí? ¿Quién
eres?
-
Soy yo, Dylan,
Dylan Brown- susurró él.
Ah. Dylan, el amigo de Mack,
el de ojos azules y buenas calificaciones.
-
¿Qué haces aquí?
-
Yo… busco… la
recámara de mi padre- mintió ella con rapidez.
-
Las habitaciones
de los maestros están del otro lado, a la izquierda de la cafetería- dijo Dylan
alzando una ceja- Pero creo que es mejor que te acompañe.
-
Sí, eso creo-
dijo ella.
Rayos.
¿Por qué no se le había
ocurrido una mentira mejor?
Aunque si necesitaba hablar
con su padre, no creía que a él le agradara una visita a las tres de la mañana.
Pero había dormido en la
misma cama que su madre, así que debía de estar acostumbrado a que se
despertara a las tres de las mañana.
Sin embargo, eso había sido
hace casi nueve años.
-
¿Y qué tal? ¿Has
hecho amigos?
-
Sí… Me llevo muy
bien con Mack y…
Por alguna razón, no quiso
mantener a Cameron. Fue como si fuera algo íntimo para ella… ¿Qué rayos le
sucedía?
-
Y me estoy
integrando- dijo rápidamente.
-
Mack es una gran
chica- dijo él mientras se encogía de hombros- Me agrada.
-
¿Sí? Parece que
son buenos amigos…
-
Es espléndida… A
veces siento que no encajo, ¿sabes? No es tan
bueno ser un cerebrito, me siento sólo y odio que me traten como si
fuera Einstein. Pero con Mack es diferente, me trata como si fuera alguien
normal y me siento muy cómodo con ella.
-
Hablas de ella
como si fuera… ya sabes… como si sintieras algo por ella- susurró Jane,
nerviosa
-
Creo que así es-
Entonces, fue como si Dylan hubiera salido de un trance, puso cara de
confusión, como si acabara de despertar- No sé por qué lo dije, no se lo digas
a nadie.
-
Claro que no-
murmuró ella lentamente.
¿Qué había sido eso? ¿Por
qué había ocurrido? ¿Acaso él no se lo había contado a voluntad? ¿Cameron y
Mack tampoco lo habían hecho?
Dylan se detuvo.
-
Es aquí.
-
Gracias- se
despidieron.
Jane tocó la puerta después
de que se fuera Dylan, y su padre abrió muy rápido. Ni siquiera parecía
cansado, era como si… ¿hubiera estado despierto?
-
¡Jane! ¿Qué
sucede? ¿Algo malo?
-
De hecho… sí-
susurró ella.
-
Pasa- parecía
nervioso.
Jane pasó, el cuarto de su
padre estaba muy ordenado.
-
¿Qué pasó?
-
Pues… Hoy
después de clases alguien me arrojó una botella, y tenía un recado escrito con
tinta roja.
-
¿Y qué decía?
-
“Yo sé tú
patético secretito”- susurró Jane
-
¿Y por qué no me
lo dijiste justo en ese momento?- dijo su padre, visiblemente alarmado.
-
Después de eso
estuve con… estudiando y hasta ahora que desperté lo recordé.
-
Estás mintiendo,
te conozco… ¿Con quién estabas?
-
Con nadie,
conmigo misma, estudiando…
-
Jane Elizabeth
White… ¡Dímelo ahora mismo!
Odiaba que la llamaran
Elizabeth, a pesar de que fuera el nombre de su madre, sentía que no le
pertenecía y le recordaba a ella.
-
Con un chico-
murmuró ella
-
¿Con qué chico?-
parecía más alarmado por eso que por la nota
-
Cameron
-
¿Y por qué
fuiste con él?
-
No lo sé… No
puedo explicarlo… Siento como si él fuera un imán, con él no puedo fingir…
-
¿Le dijiste lo
que eres?- hablaba entre dientes, le apretó el hombro.
-
¡No! Pero… ¿Por
qué siento eso?
-
Puede ser que él
sea tu alma gemela.
-
Imposible-
susurró Jane- Él no es como yo… él no es un monstruo.
-
No eres un
monstruo, Jane, miles de personas buscan lo que tienes, y es hermoso.
-
No le veo lo
hermoso a ocultarse… pero si tú lo dices.
-
Lo es, ya lo
verás. Ahora, vete, y ten cuidado con lo que haces, al parecer alguien ya sabe
el secreto.
Su padre la abrazó con
fuerza, y Jane creyó ver que lloraba, pero sólo fue un instante.
Jane salió rápidamente del
cuarto.
Cuando entró al suyo, creyó
ver a alguien llorar.
-
¿Mack?
-
¡Jane! Yo… ¿a
dónde fuiste?
-
Con mi padre…
hay algo que olvidé decirle y me desperté a mitad de la noche por la
preocupación… ¿Está todo bien?
-
De hecho, no-
¿Estaba diciendo Mack por su propia voluntad?
-
¿Qué sucede?
-
Es que… creo que
me gusta alguien- susurró ella lentamente
-
¿Y qué tiene eso
de malo?
-
¡Nunca se
fijaría en mí! Él es inteligente, guapo y es encantador… en cambio yo soy la
parlanchina Híper- Mack.
-
Vamos, no hables
así de ti, eres increíble, y tienes una belleza inigualable, seguro le gustas…
¿Quién es?
-
Dylan Brown…
creo que lo conoces.
-
¡Oh! ¡Es obvio
que le gustas!- Jane intentó disimular su alegría.
-
¿Eso crees?
-
¡Yo creo que se
encuentra loco por ti!- dijo Jane rápidamente- Te mira tan… enamorado.
-
¡Ojalá sea así!
Pero… es raro… no puedo explicar lo que siento hacia él.
-
Es como si fuera
tu alma gemela.
-
Mmm… ¿Qué es eso
exactamente?
Jane sonrió.
-
En mi familia
creemos en una vieja leyenda:
>> La leyenda dice, que cuarenta días antes de nacer, a cada niño se le
elige una pareja en el cielo- Mack se sentía rara, le estaba relatando a
Mack una historia real como si fuera un cuento de niños pequeños.
>> A partir de ese día, no hay nada que impida
su encuentro, ni nada que haga vulnerable su amor infinito. De acuerdo con la
leyenda, hay una muy buena razón para que Dios escoja esa pareja para ese niño.
>> Todos tienen su alma gemela, y algunos tardan
mucho en encontrarla, pero Dios sabe el momento exacto en el que vas a
conocerlo, y tendrás que aprender a ver con el corazón. Tu alma gemela te
espere, y cuando llegué el momento, con sólo verlo a los ojos, verás en él o
ella su alma y sabrás con certeza que esa persona vino al mundo por ti y para
ti, y serán un solo él/ella como siempre lo fueron.
-
¡Qué hermoso!-
dijo Mack
-
Sí, es una
leyenda muy bonita, y una muy buena metáfora de que en el amor, uno complementa
al otro perfectamente.
-
¡Es una historia
increíble, Mack! ¡Ojalá fuera cierta!
-
Ojalá- murmuró
Jane
-
¡Eso me recuerda
a una frase de John Green! ¿Has leído a John Green?
-
Un poco- susurró
Jane
-
Pues la frase va
así: Todo mundo debería tener un amor
verdadero y debería durar como mínimo toda la vida.
-
Es muy bonita.
-
Lo sé, buenas
noches, Jane.
-
Buenas
noches, Mack.
Pero Jane no durmió. Se
quedó pensando en Cameron.
¿Y si era realmente su alma
gemela?
Terminó durmiéndose,
pensando en los ojos de Cameron y en su profunda voz.
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