Número 1
Una nueva
escuela.
Otra vez.
El primer día en
un nuevo internado.
Otra vez.
Suspiró.
Jane vio por la
ventana como pasaban las casas, la mayoría iguales a excepción de su color.
Había ocurrido
otro incidente.
Era el tercer
internado donde ocurría un incidente. El tercer internado que tenía que
abandonar para que no descubrieran su secreto.
Pero el
incidente había sido tan peligroso, que su padre y ella no habían tenido más
remedio que abandonar Inglaterra y emigrar a Estados Unidos.
Cada vez echaba
más de menos su país de origen. Le gustaba la lluvia y el frío, odiaba el
calor. ¿Por qué habían tenido que mudarse a un internado de California?
Su padre había
conseguido un trabajo como maestro de literatura en el “prestigioso” internado
Lincoln.
¿Por qué todos
los internados eran “prestigiosos”? Al menos lo eran los tres anteriores.
Te adaptarás había dicho su padre.
Para él era
fácil decirlo, él no cargaba con ese peligroso secreto.
Jane contempló a
su padre. Había heredado sus ojos azules, y las pecas, lo que los diferenciaba
era el cabello, su padre era rubio.
La joven de
dieciséis años había heredado el cabello color carbón de su madre.
-
Ya
llegamos-dijo el chófer sacando a Jane de sus pensamientos.
El hombre bajó
del coche y le abrió la puerta a Jane, la cual salió del coche con elegancia,
podía ser una chica directa, ruda y un poco grosera, pero la elegancia nunca le
faltaba.
Era un cálido
viernes de verano, las clases comenzarían el lunes. Jane odiaba los cálidos
viernes de verano. O cualquier cálido día de verano. O cualquier viernes. O
cualquier día de la semana.
Se puso sus
lentes oscuros. Había elegido ponerse una camiseta blanca, una falda de
mezclilla y unas medias blancas. Y por supuesto que no podía faltar su adorada
chamarra de cuero.
Traía el pelo
sujeto en dos trenzas. No usaba maquillaje, pero eso no le quitaba la belleza.
Aunque a veces usaba un poco de pintalabios rojo.
Odiaba que le
dijeran lo bella que era, a pesar de que lo era ella no quería reconocerlo.
Se dignó a ver
el lugar donde viviría... Hasta que hubiera otro incidente.
Y tuvo que
admitir que la sorprendió.
Sus tres
internados anteriores habían sido iguales. Parecían hospitales, tétricos y
terroríficos hospitales.
Sin embargo,
éste parecía un castillo de cuento de hadas. Bueno, no exactamente. Pero al
menos no parecía pertenecer a Drácula.
Tenía cuatro
torres y una enorme puerta de madera, estaba pintado en un tono azul celeste y
había varias ventanas en cada torre.
Varios chicos
voltearon a verla asombrados, pero ella fingió no verlos. Incluso algunos
chicos la señalaban mientras se burlaban de algo.
Una mujer alta y
rubia se acercó.
-
¡Sr.
White!- gritó- ¡Es un placer tenerlo aquí! ¡Y por supuesto a la bella Jane!
-
No
soy bella- contestó Jane mientras su padre le lanzaba una mirada asesina, ella
como repuesta infló su chicle y se formó una bomba.
-
Llevaran
su equipaje a los dormitorios- dijo la mujer- Soy la directora, Stacey Miller. Mucho
gusto, Sr. White.
-
Estamos
encantados de conocerla- dijo su padre- Prefiero que me llamen Adam.
-
Encantados-
susurró Jane
Un hombre alto
la llevó a su dormitorio. Su padre se despidió y se marchó al suyo.
-
Todo
saldrá bien. Lo prometo. Sólo tienes que ser más cuidadosa. Te quiero.
-
Vale,
igual
-
Di
que todo estará bien- susurró su padre
-
Todo
estará bien- rodó los ojos.
La abrazó con
fuerza y después de besarle la mejilla se marchó.
Entró al
dormitorio. Las paredes eran de color hueso y había una pequeña ventana. Había
una litera con colcha azul.
Ahí había una
chica de cabello café que estaba desempacando.
Se volteó al oír
los pasos de Jane.
-
Oh,
hola- la chica no parecía muy emocionada hasta que vio la chaqueta de cuero-
¡Increíble! Me encanta tu estilo
-
Gracias-
Jane vio la ropa de la chica y vio que no eran muy distinta a la suya- A mí el
tuyo
-
Pues
claro, es casi el mismo estilo- Jane rio- ¿Me equivoco o tu acento es
británico?
-
De
ahí mismo, vivo en Londres, ¿Te gusta Inglaterra?
-
¡Me
encanta! Nunca he ido... Pero mi libro favorito, Sherlock Holmes, toma lugar en
Inglaterra... Espera, no me has dicho tu nombre.
-
Soy
Jane- rio al ver lo parlanchina que era la chica
-
Bueno,
Jane, yo soy Mackenzie, encantada de conocerte.
-
Lo
mismo digo- se estrecharon las manos.
Entonces, una
chica de cabello corto color café entro llevando de la mano a un chico
musculoso con cabello castaño.
-
Hola,
Mack- dijo la chica y después vio a Jane- Oh no
-
¿Qué
sucede?- preguntó Jane alzando una ceja
-
Las
dos tienen el mismo mal gusto por la moda- la chica parecía horrorizada
-
Todo
depende de quien lo diga- dijo Jane secamente
-
Es
broma- la chica soltó una carcajada- Soy Skylar, pero puedes llamarme Sky- le
ofreció una mano
-
Jane-
la estrechó
-
Yo
soy Thomas- dijo el chico- Encantado de conocerte
-
Y
es mi novio- susurró Sky- No intentes robármelo
-
No
lo haré- Jane sonrió
-
Sé
que quieres, es guapo- Sky la vio entrecerrando los ojos
-
No
es mi tipo- respondió secamente.
-
Bueno,
me voy, tengo cosas que hacer, espero que seamos amigas- Sky salió acompañada
de Thomas.
Lo dudo mucho, no suelo tener amigas, siempre se
alejan al saber la verdad pensó
Jane mientras recordaba a sus antiguas amigas. Ninguna sabía la verdad, pero
cuando ocurrieron los incidentes dejaron de hablarle.
Suspiró.
Comenzó a
desempacar las cosas.
-
Hoy
tendremos una pequeña reunión... ¿Te gustaría venir?- dijo Mackenzie, algo
tímida.
-
No
lo creo- susurró Jane mientras pensaba en una excusa- Tengo que desempacar...
-
¡Por
favor! Será divertido.
-
No,
no tengo tiempo...
-
Necesitas
conocer a alguien... ¡Vivirás aquí!- Jane lo pensó y suspiró.
-
De
acuerdo, pero sólo iré un rato.
-
¡Qué
bien!- Mackenzie comenzó a aplaudir.
Jane sonrió.
-
Tengo
que ir a ver a mi padre, vuelvo en un instante- susurró.
La chica comenzó
a recorrer los largos pasillos del internado. En realidad, no iba a ver a su
padre, si no a tomar aire. Hasta ahora todo iba bien. Pero todo había ido bien
las tres veces anteriores.
Encontró una
fuente lo bastante lejos de su dormitorio y se sentó. Contempló el hermoso
anillo que lucía. Tenía un pequeño dije de luna llena, pero era color rojo y el
anillo era de oro. Suspiró. El anillo solía pertenecer a su madre.
La conoció muy
poco. Murió cuando contaba con escasos seis años. Estaba a punto de llorar, era
demasiado duro todo esto.
Decidió pensar
en algo más, así que se intentó quitar el anillo para contemplarlo. Pero lo
jaló con tanta fuerza que salió volando directo a los pies de un grupo de
chicos.
Mierda pensó, recordaba a esos chicos. Eran los que la señalaban y miraban
cuando llegó.
Se levantó
mientras suspiraba.
Entonces, un
chico tomó el anillo. Pero el chico estaba de espaldas. Lo observó. Tenía
cabello café.
-
¿Esto
es tuyo?- su voz era ardientemente grave
Se volteó y Jane
se encontró con una profunda mirada de color café. Fue tal la impresión que dio
un paso hacia atrás.
-
S...Si-
susurró- Gracias
El chico le dio
el anillo y cuando sus manos se tocaron sintió un escalofrío recorrerle el
cuerpo. Se sonrojó. Que estúpida se sentía.
-
Mi
nombre es Cameron. Debes ser nueva.
-
Sí,
lo soy- susurró- Soy Jane
Después del
embarazoso episodio, se dio la vuelta y se fue. No sin antes echar una última
mirada al chico.
Era alto,
fuerte, ojos cafés (esos tremendos ojos cafés que la habían impresionado),
cabello café y piel bronceada.
Comenzó a pensar
que era muy atractivo. Pero negó con la cabeza.
No te puedes enamorar, es peligroso. Además el amor a
ésta edad no es conveniente pensó.
A pesar de que a
menudo la gente se sorprendía de su madurez, y de su gran secreto, ella seguía
siendo una adolescente.
Le salían
granos.
Las hormonas se
alocaban.
Estaba
cambiando, y una relación durante cambios no es estable, ni recomendable. O eso
le decían los psicólogos a los que había visitado. Odiaba los psicólogos.
Aunque ella odiaba casi todo, así que los locos y patéticos psicólogos no
tenían que ofenderse.
Llegó a su
cuarto. Mack no estaba. Así que Jane se decidió por dormir.
Cuando despertó,
Mack se estaba peinando.
-
Hablas
dormida- susurró
-
Lo
sé- admitió Jane
-
Pero
no son palabras... coherentes, parece que invocas al diablo- Jane soltó una
carcajada.
-
¿Te
estás arreglando para algo?- cambió de tema, tensa.
-
La
fiesta es en una hora, y prometiste que irías.
Jane suspiró, se
metió al baño y se cambió la ropa. Se puso unos mallones negros, una camiseta
que decía I Love London.
Se miró en el
espejo y se deshizo las trenzas, sacudió un poco la cabeza. Sombreó los ojos y
puso un poco de brillo en los labios. Era lo máximo de maquillaje que usaba.
Observó sus
reflejos.
Las pecas de la
abuela.
Los ojos azules
de su padre.
La nariz y el
cabello de su madre.
Bien, tal vez si
era guapa.
Salió del baño.
-
Guau-
dijo Mack- A alguien se le olvidó la alfombra roja- Jane se sonrojó.
-
¿Dónde
será la fiesta?
-
En
la habitación de Sky, en realidad somos pocos- dijo Mack mientras seguía
empeñada en su cabello.
Fueron las
últimas en llegar. Y vaya que llamaron la atención. Bueno, sólo Jane.
Mack entró y todos
la saludaron.
Pero cuando Jane
entró, los chicos se quedaron mudos (Incluido Thomas, el novio de Sky) y las
chicas, incluida Sky, fueron las únicas que la saludaron.
Reconoció a los
chicos. Al menos a uno. Cameron. ¿Por qué él tenía que estar ahí?
Una chica
pelirroja, Anna había dicho que se llamaba, le dijo que se sentara junto a ella
en el suelo.
Se sentó entre
ella y la chica rubia, Megan, la de las grandes cejas.
Mack charlaba
con un chico de ojos azules y cabello negro, reían mucho.
-
¿Son
novios?- preguntó Jane, Mack no había mencionado a ningún novio.
-
Oh
no, Dylan y ella sólo tiene gustos en común. Son muy estudiosos. Bueno,
nosotros creemos que se gustan. Pero no son nada- explicó Anna
-
Los
únicos que son pareja aquí son Sky y Thomas, bueno además de ésta chica- señaló
a Anna- y Charles- señaló a un chico de ojos azules que hablaba con Cameron.
-
¡No
somos novios!- se quejó Anna
-
¿Entonces
qué son?- Megan alzó una ceja.
-
Nosotros
somos... amigos... nada... bueno, no lo sé- admitió Anna mientras se sonrojaba
Entonces, Mack y
el chico con el que estaba hablando también se sentaron.
-
Soy
Dylan- se presentó él.
-
Jane,
encantada- susurró
Pronto llegaron
dos chicos más, Charles y un chico rubio de ojos grises que se presentó como
Cooper, era silencioso y hablaba en voz baja con Megan.
-
¿Cómo
ésta nuestro cerebrito favorito?- le dijo Charles a Dylan
-
Ansioso
porque empiecen las clases- admitió
-
Qué
horror- gritó Sky desde atrás, tomó de la mano a Thomas y se acercaron
Él último en
unirse fue Cameron, que estaba intentando abrir una coca-cola.
-
Ya
nos conocíamos- le dijo él como saludo
-
Si,
lo sé- susurró ella
Sky estaba
conectando su celular a una bocina.
-
¡Hay
que animar ésta fiesta!- gritó ella.
Todos soltaron
un ¡hurra! Y Sky puso una música genial.
Mack veía la
televisión mientras Dylan le hablaba alegremente. Anna, Megan, Charles y Cooper
discutían de algo. Sky y Thomas se besaban.
-
¿Y
qué te trae por aquí?- le preguntó Cameron
-
Pues,
mi padre es el nuevo profesor de literatura
-
Vienes
de Inglaterra... ¿cierto?- dijo él mientras le sonreía
-
Sí...
sí- susurró ella
-
¿Te
han dicho que tienes unos ojos muy llamativos?
-
Suelen
decirlo a menudo- admitió ella- Creo que es lo que más me gusta de mí.
-
A
mí me gusta todo- el chico le tomó la mano.
Ella se sintió
tan incómoda, le atraía Cameron, pero no quería que el saliera lastimado. Cerró
los ojos y puso fuerza en su mano.
Entonces, la
tele se apagó y las bocinas dejaron de sonar. También la luz se fue.
-
Genial,
se fue la electricidad- gritó Sky
-
Iré
a ver si en los otros cuartos también se fue- anunció Mack
A pesar de que
no lo veía, Jane sentía a Cameron cerca.
-
No
lo conoces todo sobre mí- dijo ella
-
Por
supuesto que no, no te ha visto desnuda- aseguró Sky
-
¡Skylar!-
gritó Megan
-
Lo
siento- susurró ella avergonzada.
Entonces, Mack
llegó.
-
No,
todos los demás dormitorios tienen luz- susurró- Qué extraño. Normalmente se va
la luz en todos. Pero traje una lámpara.
Después de
colocar en el centro la lámpara, Jane pudo ver un poco más de claridad.
Se sentía
culpable. Sabía que ella había ocasionado lo que acababa de suceder. Aunque
había sido accidentalmente.
Dos horas
después, Mack dormía plácidamente. Pero Jane no podía, miraba la luna llena.
No le gustaban
las noches de luna llena. Siempre pasaban cosas extrañas.
Al final, no pudo
evitar caer dormida.
Despertó con
frío, era oscuro. Miró el reloj de su muñeca. Eran las tres de la mañana.
Siempre despertaba a esa hora.
Pero no estaba
en su dormitorio.
Se puso de pie.
Estaba en la fuente donde había conocido a Cameron. De nuevo había caminado
dormida.
-
Mierda-
susurró- Mierda, mierda.
Comenzó a
caminar hacia su dormitorio, pero no logró encontrar el camino.
Entonces, oyó
una voz conocida.
-
¿Qué
haces fuera de tu dormitorio?- era Cameron
-
¿Qué
haces TÚ fuera de tu dormitorio?- preguntó ella a la defensiva.
Cameron le
mostró un cigarro y un encendedor.
-
¿Fumas?-
susurró ella
-
Sólo
cuando estoy nervioso- admitió él- ¿Quieres uno?
-
¿Por
qué no?- ella se encogió de hombros y lo tomó.
Había fumado con
sus anteriores... ¿amigas? De los internados pasados.
No era algo que
le encantara, pero solía tranquilizarla.
Cameron lo
encendió y comenzaron a inhalar el humo.
-
Hace
unos años tuve problemas con las drogas- le susurró él
-
No
es algo que le dices a cualquiera- dijo ella secamente
-
Exacto.
Quiero que veas que tienes mi confianza- le dijo él
-
¿Y
por qué quieres que lo vea?- se burló ella
-
Para
que, si algún día quieres, me cuentes tu secreto- susurró de nuevo
-
¿Secreto?-
ella alzó una ceja
-
Es
obvio que ocultas algo, se ve en tus hermosos ojos. No te obligaré a decirlo.
Pero algún día querrás contarle a alguien.
Después de
acabarse el cigarro, Cameron guio a Jane al dormitorio que compartía con Mack.
Agradeció.
Se metió a la
cama.
Pero no pudo
dormir
Era imposible,
moría de nervios.
CONTINUARÁ...
