Número seis
Jane dormía plácidamente.
Alguien entró lentamente a
su cuarto.
Sacó una daga mientras
sonreía silenciosamente.
Iba a matarla.
Se iba a librar de ella.
Pero un par de ojos azules
se abrieron.
Y la sombra se escabulló
lentamente, sin que Jane si quiera supiera que alguien quería asesinarla.
***
Jane y Cameron estaban
tomados de la mano a la hora del almuerzo.
Mack hablaba animadamente
con Dylan.
Todos felicitaban a Jane y
Cameron, que no podían estar más felices.
Cameron la veía muy
contento. Al fin lo sabía todo sobre ella.
***
Era la clase de educación
física. Jane corría por la cancha junto a sus compañeros.
Cuando terminó la clase el
profesor, Max Lown, le pidió que se quedara un momento. ¿Qué querría decirle?
-
Srta. White-
susurró- ¿Cómo le va?
-
Muy bien,
gracias.
La miró fijamente.
-
¿Se siente bien?
¿Segura?
-
¿Segura? ¿De qué
está hablando?- preguntó lentamente.
-
Sólo… ¿no ha
ocurrido nada extraño?
Jane entrecerró sus ojos.
¿Era posible que aquel
hombre fuera como ella?
Decidió no confiar en él.
-
No.
-
Bueno, será
mejor que tengas cuidado. Puedes correr peligro.
-
Em… Gracias.
Jane se alejó rápidamente.
¿De qué hablaba aquel hombre?
***
A la hora del almuerzo todos
estaban en la cafetería, pero Jane hablaba con su padre.
-
Papá- susurró-
Hay algo que tengo que decirte.
-
¿Sí?
Le iba a decir. Que se lo
había confesado a Cameron. Que ella había curado a Anna, pero no la había
atacado. Que había alguien más en el internado como ella, y que el profesor
Lown parecía saber sobre eso. Aunque estaba en su puesto número uno de
sospechosos.
Pero no pudo. Se le atoraron
las palabras y sintió pavor.
-
Tengo novio- fue
lo único que salió.
Su padre reaccionó de una
manera muy extraña.
-
¿Sí? ¿Quién?
-
Cameron.
La felicitó, pero le dio una
larga charla sobre cuidado.
Salió de ahí mareada.
Y entonces escucho ruido.
Susurros.
Se acercó, sospechando que
podría ser aquel misterioso brujo.
Pero lo que vio la dejó
helada. Y muy sorprendida.
Eran el profesor Lown y el
profesor Lancaster besándose.
No estaban fuera, los vio
por la ventana del dormitorio.
Eran ellos los que debían
tener cuidado. Alguien podría verlo, y podría no ser de mente abierta. Les
dirían a sus padres y ellos acabarían despedidos.
Comenzó a darse la vuelta y
fingir que no había escuchado nada cuando el profesor Lancaster la llamó.
-
Jane- su voz
sonaba como un intento de seguridad, pero temblaba.
La chica volteó, pálida.
Ya estaban ambos afuera del
dormitorio.
-
No puedes
decirle a nadie- le advirtió el profesor Lown.
-
No lo haré- se
encogió de hombros.
-
Promételo.
-
Lo prometo-
dijo, extrañada- Sé que no tiene nada de malo que dos hombres se amen pero
comprendo que los pondría en un riesgo. Prometo no decir nada.
Ya se iba cuando el profesor
Lancaster le dijo casi en un susurro:
-
Si dices algo
recuerda que no somos los únicos con un secreto.
Y se marcharon.
***
Lo sabían.
El profesor Lancaster y el
profesor Lown lo sabían todo.
Debían de haber escuchado su
conversación con Cameron mientras se escondían para besuquearse.
Suspiró, enojada.
Ahora había tres personas
que lo sabían.
Mientras sentía un vacío en
el estómago pensaba en todas las consecuencias traerían.
Y se quedó dormida.
***
Mierda.
¿Dónde estaba?
Estaba completamente segura
de no haber estado ahí antes.
Podía ver casi toda la
escuela.
Entonces escuchó un sollozo
que le puso los pelos de punta.
Skylar estaba sentada en el
borde de la azotea mirando hacia abajo.
Eran las tres de la mañana,
y contemplaba el cielo estrellado.
-
Sky- susurró-
¿Pasa algo?
La chica volteó y se limpió
las lágrimas.
-
Jane… ¿Cómo
llegaste aquí? Yo… no te vi llegar.
-
Ni yo- susurró
Jane para sí misma.
Se sentó al lado de su
amiga.
-
¿Ocurre algo?
La chica negó con la cabeza.
Jane la tomó de la mano.
-
Puedes decirme
lo que quieras.
Una chispa se vio reflejada
en los ojos de su amiga, quién comenzó a hablar.
-
Yo… solía tener
depresiones severas hace un par de años. Venía mucho aquí y pensaba en lanzarme.
Jane se cubrió los labios,
nerviosa.
-
Un día lo
intenté- la voz de su amiga se entrecortaba- Gracias a Dios alguien me detuvo y
me mandaron a rehabilitación. Luego conocí a Thomas, y cambió mi vida
radicalmente. Es sólo que hoy discutimos.
-
¿No estarás
pensando en lanzarte o sí?
-
No- Sky sonrió-
Es sólo que se volvió costumbre venir aquí cuando me encuentro triste.
Jane abrazó a Sky y le dijo
que podía contar con ella para lo que quisiera.
Sky se durmió en el hombro
de Jane, quién, con un poco de magia, la llevó a su dormitorio.
***
Cuando Jane iba camino a su
dormitorio vio una sombra esperándola en la puerta.
-
¿Hola?
Entonces escuchó una voz que
le puso los pelos de punta.
-
Voy a matarte.
CONTINUARÁ…
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